¡¡Ay el gotelé!! Que tan de moda se puso allá por los años 60 y que se extendió casi al año 2000. Pero de eso hace ya muchos años y ahora mismo está obsoleto y a (casi) nadie le gusta. ¿sabías que el gotelé se implantó como una manera mediocre de disimular errores en la construcción? Y oye, hubo una época que gustaba y mucho.
Ya hace años que sus días de gloria han llegado a su fin y rara es la vivienda “de origen” que no cuenta con esas gotitas en la pared que ahora nos provocan sarpullidos.
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Para quitarlo, lo primero que harán los especialistas será proteger puertas, ventanas, suelos, enchufes, etc…. A continuación, se aplicará una capa de imprimación o puente de unión con un rodillo. Una vez haya secado, se deberá aplicar una capa de masilla de renovación con una llana.
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Posteriormente, deberá lijarse con una lijadora orbital con aspirador y las superficies y rincones más recónditos con un taco de lija. Esta operación se deberá repetir en varias ocasiones hasta dejar tanto paredes como techos con buen acabado.
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Por último, se limpia todo para eliminar completamente el polvo y se pinta.
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Como veis, es una tarea algo delicada que recomendamos dejar en manos de profesionales. Hacerlo sin experiencia puede resultar una labor caótica.
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En función de si el gotelé se quita acompañando una reforma con cambio de puertas o ventanas o es simplemente su retirada, deberá llevarse a cabo de un profesional u otro.
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Su precio variará en función de los metros cuadrados de la vivienda, de si dispone de muchas ventanas (curiosamente, cuantas más, más costoso), o de si hay muchos rincones en las estancias. Lo habitual y estandarizado es que una vivienda de unos 90 metros cuadrados suponga un coste de entre 3000 y 5000€.